Bremen (finales del siglo XVI)
Las últimas envestidas del invierno
golpean con crudeza a una población machacada por el hambre y la enfermedad. Caen
mujeres, hombres y niños por igual, ricos y pobres, caen a cientos, caen
demasiados.
Es de noche y varios hombres se
reúnen, entre ellos médicos, comerciantes, banqueros, e incluso hoy acompañan
la nobleza y el clero. Todos se preguntan que hacer para combatir a «La Plaga»,
a «La Peste Negra». Las ideas se acaban y el silencio lo rompe un extranjero,
parece irlandés y dice llamarse Applewhite.
«Existe un ser, una aberración que os causa estos males, esta criatura se
esconde y se alimenta de vosotros, encontradla y todo acabará». Su solución parece ridícula, casi mágica, quizás
por eso es aceptada.
Los hombres acuden a casas,
graneros y ríos, el extranjero explicó lo que debían buscar, pero ninguno cree
que sea real. Hans, un herrero de la ciudad, coge una lámpara de aceite, una
horca y se dirige a la cloaca Este junto al río.
La presencia de Hans alerta a
cientos de seres que corren y chillan, centenares y centenares de ratas esquivan
el camino del hombre, abriéndose ante su paso como el Mar Rojo ante Moisés. Al
fondo de la cloaca, junto a una enorme piedra con apariencia de trono, Hans
distingue en la distancia una gran mancha negra. Al acercarse conoce el horror,
una rueda infernal de patas, bocas y ojos que desafía al hombre. Con coraje Hans
acorrala y golpea a la criatura, esta chilla y se retuerce, batallando hasta el
final, pero acaba doblegándose y aceptando su destino. La plaza mayor palidece
al vislumbrar el monstruo.
El engendro estaba formado por decenas
de ratas, todas ellas unidas por sus colas. Había roedores de todo tipo,
grandes y pequeños, negros y marrones, pero todos tenían en común su unión a la
enfermedad, a la suciedad, y una innumerable colección de pústulas y costras. Se
distinguía que varios de los roedores llevaban varias semanas muertos, infectos
apéndices lastres de los vivos. La criatura fue designada como «El Rey de Las
Ratas».
Se quemaron los restos del ser y el
invierno pasó, dando alivio a la ciudad de Bremen. Diversas teorías y leyendas
se formaron alrededor. Se oía que en ciertas situaciones una rata daría a luz
de forma natural a un Rey de las Ratas, las crías de rata verían sus colas
entremezcladas ya en el útero de su madre. Al nacer este engendro aprendería a
vivir como un solo ser, creciendo y ejerciendo su dominio sobre las demás
ratas. El Rey de las Ratas tomaría consciencia, usando su dominio de la enfermedad
y la plaga para pudrir al hombre y así aumentar su influencia.
Los habitantes de Bremen no se
libraron de la enfermedad, pues varios brotes de Peste y Cólera siguieron
castigándoles durante varias décadas. En los peores inviernos la ciudad se unía
en busca del culpable, en busca del origen de todos sus males, en busca del Rey
de las Ratas.
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Se dice que los franceses
acuñaron el término «rouet de rats»,
que significa Rueda de Ratas. Al traducirlo se produjo una equivocación,
confundiéndolo con «roi de rats» (rey de las ratas), término erróneo que sigue
perdurando hasta nuestros días.
La leyenda del Rey de las Ratas
nació en el siglo XV entre Europa central y la Europa del Este. Antiguamente se
pensaba que un Rey de las Ratas era el responsable de las plagas de una ciudad,
pero si estos llegaron realmente a existir no eran más que un terrible suceso
producto de varios factores con nada de mágico o sobrenatural. Se ha teorizado
que un Rey de las Ratas se formaba por dos factores:
1.- La poca higiene y la falta de
un sistema de alcantarillado de las sociedades de los siglos XV, XVI y XVII.
2.- El frío.
Se cree que, debido a la falta de
higiene y a un buen sistema de alcantarillado, las ratas se extendían como
plagas. Las ciudades estaban invadidas por miles y miles de ratas, cubiertas por
suciedad, sangre, orina y excrementos. Esta curiosa mezcla en combinación con el
frío se solidificaba, encadenando a decenas de roedores por sus colas. El frío
es un factor muy importante, porque un frío extremo no permitiría la vida de las
ratas, y un frío moderado no solidificaría «la
mezcla». Es por ello por lo que estas criaturas no se hayan encontrado en
la Rusia oriental o en países como España o Italia, sino en Centro-Europa o
Europa del Este, donde haría el frío óptimo.
Un Rey de
las Ratas no traería suciedad, enfermedades, etc… sino que estos últimos
factores facilitarían la formación de estos
seres. La causalidad está invertida.
Este fenómeno no se daría hoy en día debido a la buena higiene y a que Europa fue invadida por la Rata
parda, que sustituyo a la Rata negra. La Rata parda es de mayor tamaño y con
una cola más corta y fuerte que la Rata negra. La comunidad científica muestra
un profundo escepticismo sobre esta criatura, las pruebas que existen hoy en
día pudieron haber sido manipuladas por el hombre. Además, se sabe que la cola de una Rata no es un espagueti, sino que está formada por hueso, vasos sanguineos.. desechando la idea de que las colas de las ratas se pudiesen entremezclar.
El término Rey de las Ratas fue
un concepto vivo de la cultura centroeuropea de los siglos XV, XVI y XVII. Ya Lutero
usaba este término para insultar al Papa, «Arriba
en el Catolicismo está el Papa, el Rey de las Ratas arriba del todo».